miércoles, 1 de febrero de 2012

Capítulo 3 - El encuentro.

Seguí andando hacia el baño. Cuando ya estaba cerca de la puerta, vi, unos pies delante de mí, que también se dirigían a dentro del aseo. Unos pies, con unos zapatos, color rosa chicle, muy feos. Subí la mirada y vi, una minifalda feísima, del mismo color que los zapatos. Pensé que sería una niña de primero, porque. . . ¿Quién llevaba esa ropa al ''insti''?

Levanté la mirada asta su cara. Me quedé de piedra. Vi un perfil conocido. Al menos eso me pareció los primero dos segundos, un perfil “conocido”. Pero en seguida me di cuenta de que era como yo. Quiero decir, ¡era mi cara! Y creerme, sé reconocerla cuando la veo. Era como verme reflejada en un espejo. Fue increíble.

Cuando volví en mí, me di cuenta de que esa cara, además de ser igual que la mía, ¡tenía la misma expresión que yo en ese momento! O al menos, eso supuse. La cara de la otra chica, tenía los ojos muy abiertos, observaba algo detenidamente, algo que le asombraba mucho.

Temerosamente, giré la cabeza hacia mi izquierda, (que era donde la otra chica miraba). Y. . . ¡me encontré a mí! ¡Me vi a mí mirándome! Otra chica igual que yo.
-¡¡Aaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh!!-gritamos las dos al unísono.
-¿Quién eres? –pregunté muy asustada.
- ¿Quiénes sois? Y. . .¿qué queréis de mí? –preguntó una voz, atemorizada, a mi derecha.

Me quedé mirando al frente, viendo como, yo misma, me contemplaba. Sólo escuché silencio durante unos largos segundos. Al paso de estos, una voz muy flojita, dijo muy despacito:
-Por favor, n-no m-me hagáis da-da-año.
Me giré y vi a la primera chica de la falda rosa. Estaba pálida, temblando y con los ojos llorosos. Parecía que se fuera a desmayar en cualquier momento. Yo aun no lo entendía. Había dos personas, con mi misma cara enfrente de mí. ¿Cómo podía ser? Se me pasó de todo por la cabeza. Podían ser extraterrestres que habían adoptado una forma humana, o fantasmas que querían llevarme al otro mundo, o yo que se qué. Pero, sin embargo, ellas, parecían igual, o más, asustadas que yo. Y eso me inspiraba confianza.

De repente, como si un rayo rompiera todos mis pensamientos de golpe, recordé las palabras de Laura: “ve tú y luego te busco”.
No sabía que hacer. En dos minutos (o menos) iba a venir Laura. Y seguramente, muchas más personas pasarían por allí en breve.
-Vamos dentro. –dije por fin.
-¿Qué? Yo no voy a ninguna parte sin que me digas antes quienes sois. –dijo la chica que estaba delante de mi.
-Vale. Yo soy Cristina. Y ella no lo se.
-Pues hasta que no me lo diga, no iré.
-Yo s-soy Ca-a-rolina. –dijo aún asustada.

Me fijé en Carolina. Seguía igual de asustada que antes. Parecía muy sensible y miedica.
Vestía de una forma muy peculiar, que ya no se llevaba. Me hizo gracia porque parecía un hadita del bosque, vestida así. Su cara era igual que la mía. Eso seguía sorprendiéndome. Sólo se diferenciaba en que, ella tenía los ojos llorosos y en ese momento su cara era de color amarillo pálido. Me dio mucha tristeza verla así. Me fijé en su pelo. No era como el mío. El suyo, era muy, pero que muy rizado. Y no llevaba flequillo.


Me volví hacia la otra chica y pregunté:
-¿Y tú, como te llamas?
-Edurne. –dijo ella.
-Vamos a dentro. Allí no hay nadie. –concluí.

Una vez dentro comenzamos a hablar.

-Vamos a ver. Para empezar. . . ¿sois personas? –pregunté.
-No. Somos monstruos que venimos a comerte. –dijo Edurne en tono irónico.

Edurne tenía un carácter más fuerte. Ella no parecía tan asustada como yo y Carolina. Era decidida. Parecía bastante graciosa, aunque con un toque borde.
También era como yo, pero su pelo era liso, y llevaba el flequillo recto. Iba vestida al estilo “marinera”, que era la última tendencia de ese verano.



sábado, 7 de enero de 2012

Capítulo 2 -¡Qué nervios!

-¡BIP!-¡BIB!-¡BIP!-¡BIB!-¡BIP!- . . . El molesto sonido del despertador. Me extrañó escucharlo. Hacía meses que no lo escuchaba. Siempre con su mismo tono, con la misma duración, siempre igual. Entreabrí los ojos, y con cuidado cogí el despertador y lo apagué.

 De repente lo recordé. Hoy era el primer día de instituto. Cuanta felicidad, tristeza, motivación y des-motivación juntas. Bueno, tocaba empezar otro año más. Otro día más. Me levanté de la cama. Me puse las zapatillas. Tal vez, no me las puse. . . No lo recuerdo bien. Sé que abrí el armario y comencé a rebuscar en él. No encontraba ropa que me gustara para ponerme. Llamé a mi madre y le pregunté si había lavado, ya, mi camiseta amarilla. Ella dijo que no. Entonces volví a preguntarle:
- ¿Y la azul? ¿Has lavado esa?
- Si. Está encima del sillón del salón. Pero está sin planchar. En dos minutos te la llevo.-dijo gritando desde la otra punta de la casa.
Yo miré el reloj y vi que era muy tarde, así que opté por decirle que no la planchara, que no me importaba.
Me puse la camiseta azul marino y unos baqueros cortos. Unas sandalias del color de la camiseta. También,  un collar del que colgaba un corazón. Me puse muchas pulseras a juego con la ropa. Cogí el peine, el cepillo, las cremas, la colonia, las horquillas, la goma del pelo, el lápiz de ojos  . . . y me encerré en el baño. Un cuarto de hora después, salí.
Me había recogido, mi largo pelo negro y ondulado, en una coleta alta. Dejé flequillo, al lado. Me pinté lo justo, para que mi madre no lo notara, pero los demás si. Por último me eché mi "eau de toilette" preferida; cogí mi mochila; me miré una última vez al espejo; dije adiós a mi madre; y salí por la puerta de mi casa, muy decidida, hacia el instituto "Fuentes del Mar" de Arome.


Llegué allí con media hora de antelación. Habrían como mucho 20 personas (contando con los profesores). Pude ver a lo lejos, al profesor Rafael, de matemáticas. Y a la profesora de biología. También, vi a la profesora de música, hablando con el profesor de francés.
Como no. Siempre había alguna profesora, hablando con aquel guapo y apuesto, profesor de francés. Manuel. Así se llamaba. Daba clase en cuarto de la E.S.O. ; y en primero y segundo de bachiller. Este año yo pasaba a 4º, lo que significaba, que me tocaría de profesor, y que sería el amor platónico de decenas de chicas y chicas como yo.

Entre todos los profesores, también distinguí a varios niños, y supuse que, tan sólo, serían de primero, por su pequeña estatura. Estaban todos reunidos en grupos, según los gustos y aficiones, de cada uno de ellos, (Niñas monas y chicos guapos, raritos, empollones, etc). En uno de los grupos, vi al hermano pequeño de mi amiga Laura. Y empecé a preguntarme si su hermana estaría por allí.
Laura, era mi mejor amiga. Llevábamos juntas, en la misma clase, desde primero de primaria, y este año también estaría conmigo, en 4º C.
Seguí buscando a Laura con la mirada pero, no la veía.
-¡Buuuu!
-¡Ahh!
Alguien me había asustado por la espalda. Me giré y . . . ¿A que os esperáis quien podía ser? Pues no. No era Laura. Yo también lo pensé, pero al darme la vuelta, mi sorpresa fue ver a Mariola. Una amiga de 2º con la que casi nunca hablaba.
-Que susto me has dado.
-Lo siento.-se disculpó ella.. -Es que, no encontraba a nadie que conociera, y al verte he pensado en saludarte. ¿No te molesta verdad?
-No. Claro que no. Es más, me agrada. Yo también me sentía un poco sola.
-Entonces, bien.-me sonrió.-Y, ¿qué tal las vacaciones, Cristina?
-Bien.-le contesté alegremente.
Le pregunté, qué tal le habían ido las suyas. Me dijo, que, muy bien. Y luego estuvimos hablando, tan solo cinco minutos más, porque llegaron varias chicas y Mariola se fue con ellas. Supongo que serían las amigas a las que esperaba.
Cuando el grupo de amigas de Mariola y ella, se fueron, vi que justo detrás estaba ¡Laura! Fui corriendo a abrazarla. No la veía desde antes del verano, y era mi mejor amiga. Así que podéis imaginaros cuanto duró el abrazo. Nos saludamos. Y la primera pregunta que me hizo fue:
-¿Qué tal el verano?
Yo iba a responderle pero, no me dejó, y dijo:
-¿Puedo contarte yo primero el mío?
Yo me reí y le dije que podía, pero que me lo contara rápida.
Ella comenzó a hablar y hablar. Me contó que había viajado a Chipre y a Noruega; y a Italia y a Inglaterra; y en resumen, a toda Europa. Sus padres eran ricos y se pasaban las vacaciones viajando. Yo siempre había querido pasar los veranos de esa forma. Así que, cada vez, que me contaba como habían sido sus veranos sus veranos, yo me moría de envidia. Pero, ese año no. Aquel año, en la aburridísima casa de mis abuelos,en una playa en la que nunca pasaba nada, pasó algo, y algo muy especial. Y ese algo,yo no lo cambiaría ni por mil viajes a la China, que pudiera hacer, ni por nada que se le pareciera.

Laura acabó de contarme su verano. Y justo en ese momento sonó el timbre de la primera clase. Supuestamente nos tocaba filosofía, pero al ser el primer día, las dos primeras horas de clase, las íbamos a dar con nuestro tutor. Que mal. Dos aburridas horas dándonos la bienvenida al nuevo curso, nuestro aburrido profesor de lengua y literatura. Pensé que las horas no iban a pasar nunca, pero, gracias a dios, sonó el timbre del primer recreo.
Cuando salimos fuera del aula y compramos nuestro desayuno en la cantina, Laura y yo proseguimos nuestra conversación.
-Bueno ahora me toca contarte mi verano, ¿no?- le dije impaciente.
-Claro, cuenta. ¿Has estado otra vez en tu casa de la playa?
-Sí. Y me a pasado una cosa muy. . . como decirlo. . . guay, romántica,chachi, preciosa, no se cómo describirla. . .
-¿¡Un chico!? ¿Cómo se llama?¿Cuántos años tiene? ¿Es guapo? ¿Os besasteis?
-¡Chiitttssss! Cállate. Te va a oír todo el mundo.-le dije susurrando.-Ahora te lo cuento todo.

Laura se ponía muy eufórica con esos temas.Es una chica simpatiquísima, la verdad. Siempre está alegre y ayudando a los demás. La verdad es que, al conocerla, nadie se imagina, que Laura vive en una mansión de cuatro pisos, y que tiene una limusina para ella sola. No es la típica rica, que se compra nueva todas las semanas. Siempre comparte conmigo todo lo que tiene. Viste diferente a los demás. Siempre va muy colorida, y se conjunta muy bien. Aveces, quisiera ser como ella. Utiliza gafas. De pasta, grandes, estilo Ray ban y de color rojo. Y me encanta su pelo liso, castaño claro.


Nosotras dos, estábamos andando cuando, de pronto, se acercó J.J. (un antiguo compañero) y me pregunto:
- ¿Qué te has hecho? ¿Por qué te has recogido el pelo en una coleta? Te quedaba mejor antes.
-Antes también me lo recogía. Es que. . . ¿me queda mal? ¿No te gusta?
-Claro que me gusta, estás genial. Pero antes estabas mejor.
¿Me ha piropeado, y a la vez me ha insultado, en una misma frase? Pensé. Y. . . ¿antes? Me extrañó que se acordara de, cómo me peinaba, hace un año. Aunque, también me hacía colas. No lo entendí muy bien.
J.J. se marchó. Laura me miró intrigada.
-Tranquila, yo tampoco he entendido ni media palabra de lo que ha dicho.- le dije, un tanto irrelevante.
Ella se rió y las dos seguimos andando, buscando un lugar en el que poder contarle, mi pequeña historia veraniega. Pero, al pasar por enfrente del aseo de las chicas, Laura dijo:
-Necesito ir al baño.
-Yo también. Pero este está muy lleno. Vamos al de arriba.
- Ve tú, y yo me quedo aquí. Luego te busco.
-Vale.-Le dije.

Seguí andando hasta las escaleras. Las subí. Y seguí, hasta el fondo del pasillo, dónde se encontraba el otro baño. Quise ir a ese, porque nunca hay cola. Es más, nunca hay nadie. Así que se tarda menos.
Mientras andaba iba tan metida en mis pensamientos, que no me daba cuenta de lo que pasaba a mi alrededor.
-¡Hola! Menos mal que te has vuelto a cambiar.
- Hola Mariola,que bien que te vuelvo a ver. ¿Qué me he cambiado? No vayas a empezar tú también con mi pelo. No lo llevo tan mal.-Le dije con cara de pocos amigos.
-Tu pelo, no se. Antes no me he fijado. Yo hablaba de tu ropa.-Dijo ella, con una sonrisa pícara en la cara.
- ¿Qué le pasa a mi ropa?- Pregunté extrañada.
-Pues ahora nada. Pero cuando ibas con la falda rosa, y la camiseta de flores, te prometo que he pensado en, no volver a acercarme a ti en la vida.
-No sé, de que me hablas. Pero eres tonta. ¿En serio? Si vistiera mal, ¿nunca mas te acercarías a mi?
-No, no es eso. Perdona. Pero, es que ibas feísima. Menos mal, que no me as saludado. -se volvió a reir.
-Oye ¿pero tú te escuchas?. . . ¡Adiós!-le dije enfadada.
No sabía de lo que me estaba hablando, pero, era lo mas feo que una ''amiga'' me había dicho en la vida.